●Las celebraciones por el Día Mundial del Medio Ambiente retoman este año el llamado a la erradicación de la contaminación por plástico. En Las Tunas, una experiencia familiar gana terreno en tal sentido
Las Tunas.- Esta historia comenzó, al menos en su etapa más intensa, en un aula de tercer año de la especialidad de Análisis Clínico en la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas. Hasta allí llegó el profe Alejandro Mestre para impartir la asignatura de Toxicología, su tarea frente a ellos abriendo el primer semestre del curso lectivo.
Un alumno, Isaías de Jesús Magaña Licea, quedó fascinado mientras el docente abundaba en el tema del plástico y sus daños a la vida humana. Le escuchó decir, entre otros elementos: “Se pensaba que el microplástico entraba al sistema digestivo y después lo defecábamos, pero una investigación realizada en China en el año 2023 halló restos en el tejido pulmonar, por ejemplo.
“Unos meses después se hizo un estudio de placas de ateroma en el sistema cardiovascular y resulta que el 45 por ciento tenía plástico; de ese porciento, el 35 de toda la placa era microplástico. Así quedó confirmado que entra al torrente sanguíneo y, desde ahí, se distribuye por el organismo.
“Lo han encontrado a nivel cerebral, digestivo y eso ha abierto el debate sobre la correlación de la presencia de estos plásticos en los órganos diana y el aumento de enfermedades neurodegenerativas, oncoproliferativas e inmunodepresoras.
“Y no solo eso. Hasta hace muy poco se pensaba que las micro y las nanopartículas de plástico no entraban al sistema de las plantas; sin embargo, estudios recientes demuestran que afecta la capacidad de fotosíntesis; pueden entrar, además, por sus raíces y hojas”.
En medio de la conferencia, atendiendo a la voz del maestro, Isaías de Jesús supo de indagaciones que afirman que una persona promedio ingiere el equivalente a una tarjeta de crédito de plástico a la semana.
Al terminar la clase se acercó al profesor, le habló de su interés en el asunto y de sus deseos de contribuir a erradicar o, al menos, mitigar el perjuicio del plástico en esta región.
Todo un desafío porque es bien sabido que en Cuba, como en la mayor cantidad de países de América Latina, se ha avanzado menos en ese sueño posible. “En Europa las disposiciones han tenido mayor impacto, acá no”, dicen los expertos.
El absorto alumno había estudiado hasta el cuarto año de Licenciatura en Farmacia en la emblemática Universidad de Oriente, de Santiago de Cuba, y es, como casi todo el que se decide por ese mundo de fórmulas y compuestos, un apasionado de la investigación. Así que, cuando Mestre lo invitó a sumarse al reto de una indagatoria profunda para crear un polímero (plástico de origen vegetal) dijo que sí, sin chistar.
Se ha ido entregando hasta el delirio al proyecto; y no solo él, ya es asunto de familia. Su joven compañera de vida y aula, Darlenis Martínez, va de su mano en el trabajo; y hasta su mamá, Giselda, que vive de cerca los desvelos de su único hijo sobre este tópico, anda revoloteando siempre y participa en el proceso; lo mismo pica fino alguna planta necesaria, que dedica horas a molerla y ayuda a ajustar la forma.
Desde el polímero, Isaías ha logrado resultados alentadores con la popularmente conocida como maya de ratón, una hierba invasora, de esas que nadie quiere para nada y cuya siembra para la pesquisa no van a hurtar las manos malas que abundan en los alrededores laboriosos del campo cubano.
Y, aunque no devela las características puntuales por ese asunto feo del “robo de la información que se hace pública”, sí nos asegura que tiene con ella una fórmula efectiva para neutralizar al plástico de un solo uso; ha estudiado a fondo las peculiaridades de la planta, domina su análisis fitoquímico y, recalca, no afecta al ser humano en sentido alguno, todo lo contrario.
Supimos que el proceso es complejo. Hay que cortar la mata, picar, moler, secar y un seremil de pasos, aparentemente simples, que se van complejizando cuando quieres resultados valiosos. Hay que lucirse en los acabados y trabajar sin descanso.
Pero va dando frutos; y, para que no lo dude, las manos del joven muestran platicos, vasos desechables y hasta los envases que podrían sustituir el nailon que se utiliza para sembrar las posturas de plantas. Serían degradables en su totalidad, a diferencia de los que ahora se emplean, y la idea, incluso, es que abonen la propia postura.
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Una iniciativa nada despreciable, que no tiene referencias similares en el país y va tomando forma con la pasión de un tunero, la compañía de los suyos y el aliento de un laborioso galeno. Un ejemplo de lo que se puede hacer cuando la ciencia se pone en función del medio ambiente.
