Las Tunas.- El 22 de mayo de 1960 la historia fue testigo del nacimiento de una de las leyendas del paracaidismo deportivo no solo en esta provincia, sino en toda la Isla antillana. Amante por naturaleza de la aventura, los días en la vida de Miguel Antonio Martínez Cartón no se conciben sin el desafío constante al peligro.
Las inquietudes propias de los adolescentes lo acercaron, con 16 años recién cumplidos, a la extinta Sociedad de Educación Patriótico Militar (Sepmi) en su natal Las Tunas, para iniciar, sin calcular cuán apasionantes podrían ser sus días, una amplia y fructífera carrera deportiva en la especialidad llamada politrón, que combinaba el paracaidismo con otras disciplinas como salto, carrera a campo traviesa, tiro y nado. Esas rutinas demandaban mucho entrenamiento, habilidades y preparación, desde el aspecto físico y mental.
Ante el empuje de una ilusión a miles de metros de altura, decidió continuar en el deporte que en la actualidad le llena el alma. Años después la vida lo llevó hasta la Base Aérea del municipio de San Antonio de los Baños, en la actual provincia de Artemisa, a cumplir el Servicio Militar Activo en la Brigada de Salvamento y Rescate. En múltiples ocasiones efectuó saltos con armamento y nocturnos en el mar, como parte de los ejercicios.
Una vez terminada esta etapa continuó en la práctica del paracaidismo. Desde joven se destacó en la modalidad de precisión, por lo cual fue convocado a la preselección nacional. Como integrante del equipo juvenil cubano ganó en 1986 la medalla de plata en un evento internacional. Sus resultados deportivos lo han mantenido por casi cuatro décadas en la formación representativa del país, pues todavía, con 65 vueltas al almanaque, es llamado a las concentraciones que se realizan.
CON EL CIELO A SU FAVOR
Su brillante hoja de servicios incluye la participación en nombre de Las Tunas en más de 30 certámenes, con cosecha alentadora, tanto individual como por equipos.
En 1988 estuvo en la Competencia Nacional de Paracaidismo Clásico en la modalidad de salto relativo en parejas, con sede en el Balcón de Oriente. Esta es una variante muy difícil que consiste en hacer figuras en el aire cuando se desciende desde el avión o helicóptero, para lo cual se requiere de mucho entrenamiento y concentración. En esa lid hizo historia junto a otro grande de la provincia, Alberto Villavicencio. El extraordinario dúo de paracaidistas registró un tiempo de 51 segundos de caída libre, el cómputo más alto, y que les valió el primer lugar en el evento.
En el 2004 es reconocido como maestro del deporte en paracaidismo por la calificación técnica adquirida y los logros en su vida deportiva. Le concedieron ese lauro en la Competencia Nacional de Paracaidismo, celebrada en Pinar del Río. Hasta hoy es el único tunero que ha alcanzado tan distinguida condición, fruto de su sacrificio y entrega.
Fuera de las fronteras cubanas ha puesto el nombre de las cuatro letras muy en alto. Conquistó medalla de plata en la justa acontecida en Hungría en 1986; en ese equipo estuvo otro tunero, Rolando Alfonso Compan. En el 2012 participó en el Noveno Campeonato Latinoamericano, sucedido en Chile, donde alcanzó el cuarto lugar por equipos y se ubicó entre los primeros 20 en el individual.
Este instructor, distinguido como Gloria del Deporte y formador de muchas generaciones de paracaidistas, también alberga en su palmarés ser medallista de plata por equipos en el Campeonato Latinoamericano del 2014.
Es, además, el único hijo de esta tierra oriental que ha realizado el peligroso vuelo del pájaro, consistente en volar a poca altura amarrado con una cuerda a la puerta del avión, algo que ha hecho en más de 10 ocasiones, dos de ellas fuera de la provincia.
EL MÁS FIEL LEGADO
Martínez Cartón es un padre que ha despertado en sus tres hijos el amor a tan arriesgado quehacer. Su primogénito, Benny Leonard Martínez Concepción, en la actualidad lo practica sistemáticamente; mientras, Mailyn Martínez Paredes cuando era adolescente experimentó la pasión de su papá y realizó un salto en tándem (acompañada de un paracaidista profesional). Por su parte, Yairon Miguel Martínez Jarvis, el menor de sus descendientes, para seguir la tradición familiar tiene pendiente saldar la deuda de sentir esa adrenalina que solo se vive con un salto al vacío.
Al ser instructor, en varias ocasiones le ha correspondido dirigir desde lo alto los saltos de Benny, una de las misiones que mejor sabe hacer con la cautela y destreza que amerita la ocasión, porque sabe que en cada intento aporta una parte valiosa del futuro trabajo aéreo y el aterrizaje feliz de su alumno-descendiente.
PACTO CON EL ARROJO
Miguel Martínez, como es conocido por sus colegas, es un veterano deportista con cicatrices de mil batallas, en este caso saltos al vacío; ejemplo de dedicación, disciplina y constancia. Su confianza férrea le ha permitido esculpir y perfeccionar su técnica para concretar, sin muchos contratiempos, cada uno de los más de tres mil 280 saltos que valen un capítulo en cualquier epopeya.
En una ciudad donde este deporte es casi un símbolo, desde lo alto, los dioses del arrojo han decidido bendecir al más intrépido, al de mayor historia, al que con casi cinco décadas en la actividad sigue apostando y aportando para que no muera el paracaidismo en Las Tunas.