Euliser Cano Corrales
Las Tunas.- La primera vez que estuvo rodeado de árboles, con la misión de extraer madera del corazón del bosque, Euliser Cano Corrales supo que había encontrado la profesión correcta y que su lugar estaba ahí, en la quietud de la lejanía y en la belleza del paisaje.

Desde entonces pasaron 45 años y el almanaque le regaló la posibilidad de una jubilación. Lo hizo, pero unas semanas después pudieron más la costumbre y el deseo de ser útil y decidió reincorporarse a la Empresa Agroforestal de Las Tunas, su otro hogar.

"Han sido más de cuatro décadas sacando madera para cumplir el encargo estatal de la empresa y eso me ha convertido en una persona muy querida. Todo el mundo me llama a los municipios y pide que yo les preste el servicio de extracción. Eso me hace sentir orgulloso porque el trabajo me gusta.

"Manejo un tractor y lo fundamental es acopiar los troncos y sacarlos desde el monte hasta donde los camiones puedan recogerlos. Somos un equipo de cinco personas, pero trabajamos muy unidos y todos nos ayudamos. Yo me bajo y apoyo en lo que haga falta".  

Asegura que ese no es un trabajo aburrido, al contrario. En esos parajes remotos solo se escuchan las voces del pequeño grupo, el viento, el canto de las aves y el sonido monótono de las motosierras. No obstante, las tareas motivan y siempre hay algo nuevo.

"Es un trabajo lindo y útil, aunque tenemos que estar alertas para evitar accidentes. Hasta ahora no he tenido porque siempre me cuido y presto atención a cada uno de los procesos. Pero uno de mis compañeros está ahora mismo lastimado porque un bolo se le viró y le cogió el tobillo.

"También ando constantemente con los ojos muy abiertos porque temo mucho a los chipojos y esos animales tienen su hábitat en los árboles. He tenido unos cuantos encuentros desagradables con ellos y créame que en esos momentos he corrido bastante". 

Para Euliser, la familia es el motor impulsor y el cariño que se profesan vale más que un tesoro porque se aconsejan, se acompañan y hasta toman decisiones juntos, como cuando le pidieron que se trasladara a la península de Guanahacabibes para recuperar la madera derribada por un huracán.

"Mi esposa se levanta de madrugada a hacerme el desayuno o a prepararme el almuerzo si voy a trabajar a un municipio. Ella y mis hijos me entienden y apoyan. Por ejemplo, yo les comuniqué que me plantearon la necesidad de ir a Pinar del Río y me dijeron: 'Vaya y cumpla'.

"A finales del siglo pasado, luego del ciclón Lili, me trasladé a Cumanayagua, en la provincia de Cienfuegos, y a otros municipios. Y en el 2023 fui hasta el extremo occidental de la Isla, en jornadas largas, sacando la madera que estaba en el suelo para que las pérdidas fueran mínimas".

Este destacado trabajador forestal tunero quiere mantenerse en sus funciones por largo tiempo; y mientras su salud se lo permita, ahí estará, a bordo de su tractor, desafiando a los chipojos y a los obstáculos objetivos y subjetivos para disponer de la madera que necesitan múltiples actividades.

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